domingo, 22 de marzo de 2015

Podencos felices: Blusa Mari

Para conocer el pasado de Blusa Mari hay que remontarse a la triste historia de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Aljarafe, popularmente conocida como la 'Perrera de Mairena'. Durante las Navidades de 2014 un trabajador del centro publicaba un vídeo que incedió las redes sociales y terminó con la liberación de los 150 perros que malvivían allí. 

Dicho vídeo mostraba las pésimas condiciones de las instalaciones del lugar: hacinamiento, suciedad, hedor, desnutrición... Tanto es así que había perros muertos compartiendo espacio con otros animales, algunos de ellos con heridas visibles, en jaulas con orines y excrementos.


De aquel mismísimo infierno fue rescatada nuestra protagonista de hoy.

Salió de allí con una cadera rota, un perdigonazo y una piometra importantísima generada por una infección en el útero y acumulación de secreciones y pus en su interior. Tal era su estado que tuvo que ser operada de urgencia, aún temiendo por su vida. Pero también sobrevivó a aquello.

Blusa a su llegada, con el cuello en carne viva y heridas en la cara.

A esta luchadora nata, cruce de podenco y bodeguero, no le costó ganarse el cariño de los suyos. Llegó como una acogida temporal, pero al minuto uno enamoró a su nueva familia de tal manera que decidieron adoptarla de manera definitiva, aún sabiendo que debían operarla de nuevo, esta vez de la rodilla.

Han sido meses muy duros y especialmente dolorosos para ella al estar marcados por un largo proceso de recuperación en los que Blusa Mari debía permanecer durante casi dos meses sin poder moverse, recluida en una cuna de viaje. A pesar de ello, esta perrita se ha comportado nuevamente como una auténtica valiente.

De nuevo nos encontramos con otro perro terapéutico que ha ayudado muchísimo al pequeño de la familia, Juan. Él no es autista, aunque presenta algunos problemas de relación y no es capaz de mostrar afecta. Además tenía auténtico pavor a los perros hasta el punto de tener que cambiarse de acera si se cruzaba con alguno. Blusa Mari no sólo se ha convertido en el único ser al que Juan muestra afecto, sino que también le ha ayudado a superar esa fobia. Son inseparables.

A día de hoy podemos decir de esta princesa que le encanta tomar el sol y secuestra a los peluches de sus hermanos humanos, a los que pone a tomar el sol junto a ella. Además, por fin puede disfrutar corriendo por el campo ¡verla es una gozada!


¿Y por qué Blusa Mari? Su mami siempre ha dicho que se arrepiende de no haberle cambiado el nombre cuando llegó, pero no quiso hacerlo por respeto a aquel ángel que pudo haberla rescatado y decidió llamarla Blusa. La segunda parte de su nombre se la puso en realidad un muchacho que vive en un piso para familias desestructurudas que adora a la perrita. Empezó a llamarla Blusa Mari porque decía que le recordaba a su hermana, que se llama Luisa Mari.

A Blusa le quedan aún varios recuerdos de su pasado negro: jamás come del cuenco sino que tira el pienso al suelo, su estomago es especialmente sensible debido al hambre que pasó y además tiene unos andares muy particulares debido a las dos operaciones de cadera y rodilla que, dicho sea de paso, le hacen más irresistible si cabe. Afortunadamente no hay miedos y podemos afirmar que se trata de una podenca feliz y muy mimada.

¡No es cojera, es chuleria podenca!

Para esta familia han merecido la pena tanto esfuerzo y los apuros económicos que pudiera ocasionar una intervención bastante costosa. Blusa Mari es para ellos un miembro más de la familia y un motivo de orgullo.

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